EN 2018. Vladimir Cerrón con Gregorio Santos, exgobernador de Cajamarca. Este último recibió 19 años de prisión por corrupción. Entonces, Pedro Castillo no era parte de Perú Libre.

Autoritarismo y obsesión por el poder: el discurso antidemocrático de Vladimir Cerrón

Autoritarismo y obsesión por el poder: el discurso antidemocrático de Vladimir Cerrón

EN 2018. Vladimir Cerrón con Gregorio Santos, exgobernador de Cajamarca. Este último recibió 19 años de prisión por corrupción. Entonces, Pedro Castillo no era parte de Perú Libre.

Foto: Facebook de Vladimir Cerrón.

Pedro Castillo llegó al poder luego de derrotar a Keiko Fujimori y a grupos de extrema derecha que promovían la narrativa del fraude electoral. Hoy, una parte del Gobierno busca distanciarse del personaje más radical de su entorno: Vladimir Cerrón, convertido en una amenaza a la estabilidad del Ejecutivo. Luego de que el Congreso diera la confianza al gabinete, OjoPúblico analizó el discurso de Cerrón en sus redes sociales, su ideario y sus alocuciones partidarias, y halló un imaginario atrapado en la época de la Guerra Fría. En tal escenario, cree ser víctima de una conspiración en sus procesos judiciales, se declara afín a los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua, se presenta como el censor del jefe de Estado, y comparte con Fujimori y Rafael López Aliaga su animadversión por los medios de comunicación, las organizaciones de la sociedad civil y los entes supranacionales de América Latina.

29 Agosto, 2021

Hace un mes, el profesor cajamarquino de izquierda Pedro Castillo asumió el cargo de presidente de la República. Con su proclamación, el Perú cerró un convulsionado episodio al borde del abismo político, luego de las denuncias por un supuesto fraude electoral que promovió la entonces candidata Keiko Fujimori de Fuerza Popular, junto a un grupo de fuerzas de extrema derecha que atacaron a los responsables de las instituciones del Estado a cargo de la elección, y que además llegaron a pedir la intervención de las Fuerzas Armadas para quebrar el orden constitucional, después de la segunda vuelta del 6 de junio.

Para llegar al poder, además de sortear el convulsionado proceso postelectoral, Castillo debió dejar en el camino a candidatos como Fujimori y Rafael López Aliaga de Renovación Popular, cuyos partidos abarcan ─en mayor o menor grado─ a sectores que oscilan entre la centro y extrema derecha. Finalmente, el aspirante de Perú Libre también debió moderar su propio discurso electoral ─nutrido de mensajes de corte populista e invocaciones a cerrar diferentes entidades del Estado, entre ellos el Congreso, el Tribunal Constitucional y la Defensoría del Pueblo─, y hacer el amago por controlar a los personajes más polémicos y de escasas credenciales democráticas en Perú Libre.

Vladimir Cerrón asegura que la condena por corrupción e investigación por lavado son parte de un complot contra él.

Uno de ellos es el médico Vladimir Cerrón Rojas –condenado por corrupción, involucrado en el caso ‘Dinámicos del Centro’ por lavado de dinero y crimen organizado, y secretario general nacional de Perú Libre– quien esta semana dejó entrever una amenaza directa al jefe de Estado cuando dijo en Twitter: “cualquier disidencia es una traición”, en el marco de versiones periodísticas que apuntaban al reemplazo del primer ministro Guido Bellido (su partidario más cercano en el poder) y al cambio de un grupo de ministros cuestionados, antes de presentarse en el Congreso para el otorgamiento de la confianza, proceso que finalmente sortearon el viernes último.

Hoy Cerrón se ha convertido en un factor que amenaza la frágil estabilidad del Gobierno, en un contexto de lucha contra la Covid-19 que ya deja 198 mil muertos. Con el gabinete aprobado y en medio de una indagación en curso contra Cerrón por lavado, OjoPúblico profundizó en el discurso de este personaje ─sus alocuciones partidarias, sus redes sociales y su ideario─ y halló un imaginario ideológico atrapado en viejos clichés de la Guerra Fría en el siglo XX; una admiración incondicional por regímenes como Venezuela, Nicaragua y Cuba; y una obsesión por exhibirse como la personificación de la izquierda y de un partido que, bajo su liderazgo, está destinado a marcar la agenda del Presidente.

El discurso de Cerrón imagina un escenario político en Perú que lo posiciona en una batalla casi mesiánica contra lo que denomina el “imperialismo” de EE.UU., “la derecha” y sus herramientas en el país: la izquierda limeña; las organizaciones de la sociedad civil como armas de “infiltración política”; los medios “no comprometidos con el pueblo”; y agentes de control “geopolítico” como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, cuya participación fue clave en los juicios contra el expresidente Alberto Fujimori, así como mostrando su preocupación por el indulto indebido de este en 2017, y denunciando la violencia en las protestas contra Manuel Merino en 2020.

Pero esas obsesiones no son las únicas que sorprenden en el relato político de quien perdió la posibilidad de ser el segundo vicepresidente, debido a un fallo del Jurado Nacional de Elecciones. Gran parte del discurso de Cerrón –quien estudió medicina en la Cuba de Fidel Castro en los años ‘90, y se jacta de haber estudiado la teoría marxista y leninista– apunta a considerar como enemigos a la izquierda moderada, los medios de comunicación, las ONG y entes supranacionales, que igualmente son sindicados como amenazas por López Aliaga y Fujimori, a pesar de estar, supuestamente, en las antípodas del líder de Perú Libre.

A continuación, OjoPúblico presenta los tópicos más recurrentes detectados en el discurso público del exgobernador de Junín.

 

El gobierno es el partido y el partido soy yo

Desde que Castillo ganó la primera vuelta con 18%, uno de los porcentajes más bajos en la historia electoral desde 1980, Cerrón muestra su necesidad de que la opinión pública sepa que el hoy jefe de Estado está subordinado a los designios de Perú Libre, como si aquel grupo político y el Gobierno fueran una sola entidad, y que él habla en representación de ambos. El 13 de abril, una semana después de la elección de primera vuelta, Cerrón dijo: “No habrá Hoja de ruta con Perú Libre y Castillo”, en referencia al nombre con el que fue conocido el programa del expresidente Ollanta Humala para ganar las elecciones del 2011. Esta urgencia de reconocimiento fue más allá con el transcurso de los meses.

Luego de la convulsionada segunda vuelta del 6 de junio, el dirigente de Perú Libre insistió en que el “Partido y el Gobierno [de Castillo]” tienen compromisos irrenunciables como “legítimos voceros del pueblo”. Cuando el Jurado Nacional de Elecciones proclamó como presidente a Castillo el 19 de julio, Cerrón anunció el primer congreso nacional de su partido y pronunció un discurso adelantando su intención de mantener a raya al presidente: “Hemos generado [...] un gobierno popular [con Castillo] y espero que se mantenga en esa línea y cumpla su palabra”, dijo aquel 24 de julio. Y si “el gobierno se desvía”, según su propio dicho, “el partido tiene que rectificar la vía”.

Y así siguió hasta el 28 de julio. Cuando Castillo asumió el poder y se vislumbraba alguna duda en la elección de Bellido como premier, Cerrón volvió a advertir sobre cualquier tipo de moderación del jefe de Estado. “¿Le están poniendo la agenda al gobierno? ¿Insisten en la hoja de ruta? Un gobierno se legitima cuando cumple lo que promete”. Para entonces, Cerrón incluso había cuestionado a Pedro Francke, escogido finalmente por el jefe de Estado como ministro de Economía, llamándolo Chicago Boys: “de esos que han fracasado por décadas”, en referencia a los universitarios chilenos de los años ‘70 que se formaron en la Universidad de Chicago, bajo la ortodoxia de los principios del libre mercado.

 

Fotografía de Pedro Castillo y Vladimir Cerrón dándose la mano.
VIGILANCIA. Para Vladimir Cerrón, Perú Libre debe "rectificar la vía" de Pedro Castillo "si el Gobierno se desvía" y así evitar un "segunda humalismo". 
Foto: Facebook de Vladimir Cerrón

 

El 14 de agosto último, Cerrón Rojas insistió en que se reconozca públicamente el papel fiscalizador y censor que él ejercía respecto del Gobierno de Pedro Castillo: “[Yo] puedo sugerir al gobierno. Puedo criticar al gobierno. Puedo rectificar al gobierno con algunas opiniones”, dijo en entrevista con Sudaca. Después indicó: “Yo sugerí la permanencia de Julio Velarde”, en referencia al presidente del Banco Central de Reserva. Sin embargo, la exhibición de poder de aquella semana quedó opacada con la primera crisis política que enfrentó el recién estrenado Ejecutivo.

El Gobierno debió reemplazar al entonces canciller, docente y exguerrillero Héctor Béjar, por sus controvertidas declaraciones sobre el origen del terrorismo y de Sendero Luminoso en el Perú. Entonces, Cerrón atacó al Gobierno, el pasado 21 de agosto, diciendo que Óscar Maúrtua, nuevo titular de Relaciones Exteriores, “no representa el sentir de Perú Libre”. Aquellas críticas contra las decisiones de Castillo revelaron los primeros indicios de un progresivo distanciamiento del Ejecutivo, más aún luego de filtrarse versiones sobre que el jefe de Estado iba a cambiar a Bellido y a otros ministros cuestionados antes del pedido de confianza en el Parlamento.

El 22 de agosto, Cerrón dejó entrever una amenaza directa sobre el presidente cuando afirmó que Perú Libre era la “vanguardia política” del gobierno y que, frente a las noticias de que Castillo despediría al primer ministro, “cualquier disidencia es una traición”. Al día siguiente, volvió a la carga diciendo que si el gobierno “defrauda las expectativas del pueblo [...] [se convertirá] en un segundo humalismo”. A este comentario en Twitter, Cerrón agregó reveladora información sobre lo que pensaba era un supuesto complot contra Bellido, a raíz de un encuentro reservado que ocurrió en la víspera en la casa en San Isidro del ministro de Justicia, Aníbal Torres, pero que hasta entonces no era conocido.

Recién el jueves último, el ministro de Justicia reconoció a EpicentroTv que sí tuvo una tensa reunión en su hogar con el presidente Castillo, Cerrón y otros personajes allegados a su partido. En este diálogo, Aníbal Torres dejó en claro que la ruptura del jefe de Estado con Perú Libre parecía inminente; que Cerrón nada tenía que hacer con el Ejecutivo; y mucho menos involucrar el ideario de su grupo político, que se proclama marxista y leninista, con el Ejecutivo: “el señor Cerrón no ha ganado las elecciones, quien ganó es Castillo y es él quien tienen que tomar las decisiones”, dijo el consejero legal del presidente.

 

La voz de la izquierda y del pueblo también soy yo

El dirigente de Perú Libre ─que pasó una década de su vida estudiando medicina en Cuba─ además de intentar mantener bajo vigilancia al jefe de Estado, también basa su discurso en posicionarse públicamente como un político predestinado a enfrentar a la conspiración de un grupo de poderes a los que etiqueta, de manera indiscriminada, bajo la categoría de “derecha” y a sus aliados “neoliberales”. En ese imaginario, Cerrón califica toda posición contraria bajo la categoría de “izquierda capitalina”, “falsificaciones revisionistas” o “socialismos de ONG de derecha” o cualquier otra variante semejante, en referencia a las fuerzas políticas que han cobijado a la excandidata presidencial, Verónika Mendoza, desde los comicios del 2016.

Aquel año, Cerrón atacó a Mendoza ─quien quedo tercera en la contienda electoral con el Frente Amplio─, acusándola de que “juraba que es de izquierda [pero es] vende patria servil” por “unirse a la ultraderecha” y pedir el voto para Pedro Pablo Kuczynski, quien peleaba la segunda vuelta contra Fujimori. También por no apoyar la vacancia de este último en 2017 y por negociar políticamente con el fujimorismo en ese año. Desde esa época, Cerrón esgrime un argumento que repite de manera sistemática, pero sin evidencia, cuando cuestiona a la hoy líder de Nuevo Perú por un supuesto complot con el respaldo de EE.UU.: “Es obvio que [Mendoza] tiene que ponerse acorde a la postura norteamericana a los grupos de poder” y a las ONGs de Usaid”, dijo en referencia a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo.

Verónika Mendoza y algunos cuadros de Juntos por el Perú han sido atacados por Vladimir Cerrón en redes sociales.

A pesar de haber estrechado lazos en el 2019, con miras a la unión entre Perú Libre, Nuevo Perú de Mendoza y Juntos por el Perú de Yehude Simon, la alianza se quebró antes de las elecciones extraordinarias del 2020, luego de la disolución del Congreso. Al año siguiente, Cerrón reinició sus ataques contra Mendoza a través de un video, en donde dice que Nuevo Perú y su lideresa no tienen “ideología definida” y que ella tampoco se declara “socialista”. También indicó que el partido de Mendoza es “altamente dependiente”, de lo que llamó las ONG vinculadas a Usaid, por lo que “reciben asesoramiento, empleo y posiblemente financiamiento”. En ninguna de sus acusaciones ofreció mayor evidencia.

Luego, dijo que Mendoza calificó de “dictadores” a Hugo Chávez y Nicolás Maduro, que “jamás ha censurado al imperialismo norteamericano” y que son amigos del embajador de Estados Unidos. Finalmente, el condenado por corrupción en Junín dijo que la excandidata presidencial siempre trabajó en las ONG; que su grupo político tiene como gran prioridad las “libertades sexuales y el matrimonio igualitario” y no el favor de “las mayorías”; y que su base social está formada por “la clase media alta, también llamada ‘izquierda caviar’”. Este último apelativo, cabe indicar, también es utilizado sistemáticamente por los excandidatos López Aliaga y Fujimori y sus respectivos sectores de extrema derecha.

En estas elecciones, Cerrón continuó su ataque a Mendoza al llamarla “malagradecida” por una disputa interna respecto de Juntos por el Perú, partido por el cual ella postuló a la presidencia este año. El condenado exgobernador de Junín –cuya casa fue allanada por la Fiscalía de Lavado de Activos este sábado– también dijo que Mendoza se dejó “manipular por los medios” y por la “presión derechista” para romper su alianza con Perú Libre. “En dos oportunidades se le dio la oportunidad [a Mendoza]; pero, aconsejada por caviares, prefirió marchar sola”, escribió el líder de Perú Libre en marzo. En los últimos meses la carga sistemática de acusaciones de Cerrón contra Mendoza ha bajado, luego de que Castillo eligiera a tres ministros en su gabinete procedentes del partido y del equipo técnico de la excandidata presidencial.

 

Fotografía de la intervención de la Fiscalía al local de Perú Libre en Junín.
INTERVENCIÓN. El sábado último, la Fiscalía de Lavado de Dinero y la Diviac allanaron locales de Perú Libre y la casa de Vladimir Cerrón, en el marco de la indagación derivada del caso Dinámicos del Centro.
Foto: OjoPúblico / Yoselin Alfaro.

 

Igualmente, Cerrón Rojas también indica que su condena por corrupción impuesta el 2019 es parte de una conspiración contra la izquierda regional. Desde el 2016, el exgobernador denuncia un supuesto “complot [...] contra Perú Libre y su líder”, y dice que la condena en su contra, confirmada en doble instancia del Poder Judicial, es parte de una “persecución política”. El sábado último usó la misma expresión para referirse al allanamiento judicial ordenado en las pesquisas por lavado de dinero en su contra. En el último lustro la misma justificación fue utilizada por casi todos los políticos imputados por el Ministerio Público en casos de corrupción, desde Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala y Fujimori, casi todos ubicados en la antítesis de su posición ideológica.

El dirigente de Perú Libre incluso dice que este tipo de indagaciones en su contra –por parte del Ministerio Público y avaladas por el Poder Judicial– forman parte del “Plan Cóndor II”, impulsado por la “derecha”, en referencia a la campaña de terror y violencia impulsada en diferentes países de América del Sur en los años ‘70, con respaldo de EE. UU. y en plena Guerra Fría. Los argumentos de Cerrón no se basan en evidencia, ya que su condena fue impulsada por órganos jurisdiccionales en Junín, mientras que el caso actual por lavado de dinero se ventila desde este año en los despachos fiscales que se hicieron conocidos por el Caso Lava Jato.

 

Soberanía para los autoritarios
y la mejor prensa es la estatal

Además de considerarse el vigilante de las decisiones de Castillo y la única voz legítima de la izquierda en Perú, Cerrón dice que su partido es “internacionalista”, cuando se trata de apoyar a los regímenes de Venezuela, Cuba y Nicaragua (a los que idealiza como “procesos revolucionarios”). Sin embargo, dice ser contrario a cualquier injerencia –bajo el pretexto de la soberanía de los “pueblos– cuando la comunidad internacional y entidades como la Unión Europea (UE), la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) se pronuncian contra los abusos de poder, la represión de las protestas, la censura en Internet, la confiscación de medios y la ausencia de elecciones democráticas.

Contrario a las teorías de la conspiración que invoca Cerrón, estas entidades –cuestionadas por el secretario general de Perú Libre por ejercer “presión contra gobiernos de izquierda [...] y mantener el neocolonialismo” de EE. UU.– tuvieron un papel fundamental en Perú, luego del 6 de junio, cuando surgieron las acusaciones de fraude electoral sin evidencia por parte de Fujimori y sus aliados. Entonces, la misión de observadores de la OEA confirmó, al igual que su homóloga de la UE, que los comicios de la segunda vuelta se desarrollaron de manera regular, mientras que la CIDH otorgó medidas cautelares en favor del presidente del JNE, Jorge Luis Salas Arenas, por las amenazas y actos de hostilización por sectores extremistas que apoyaban la candidatura de Fuerza Popular.

Contradictoriamente, en el pasado reciente Cerrón ha estado a favor del cumplimiento de las resoluciones de la CIDH, a través de su cuenta de Twitter. En 2018, el exgobernador de Junín –crítico contra dicha entidad por ser un ente “neoloconial”– pedía a esta institución que “declare la nulidad” del indulto al expresidente Alberto Fujimori; mientras que años antes, en 2015, invocaba al Estado peruano para que de cumplimiento a la medida cautelar emitida a favor de su entonces aliado Gregorio Santos. Este último fue condenado en 2020 a 19 años de prisión por delitos de corrupción durante su gestión como gobernador de Cajamarca; capturado meses después e internado en el penal Castro Castro, en Lima.

Los medios de comunicación son considerados operadores de la "derecha" y el imperialismo por Vladimir Cerrón.

En el ideario de Perú Libre, elaborado por Cerrón el 2019 y desechado en las elecciones, se incluyen también como brazos de la conspiración “imperialista” al Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), del Banco Mundial; la Corte Internacional de la Haya, de las Naciones Unidas; y la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Sin mayor evidencia, Cerrón alega que estos organismos “son centros de control comercial” o allanan “el camino jurídico para un bloqueo o una intervención militar por EE. UU.”.

En su discurso, Cerrón además proclama viejas frases hechas de la izquierda del siglo XX sobre el “imperialismo”, en referencia al turbulento pasado de los EE. UU. en América Latina durante la Guerra Fría. El imaginario de Cerrón –que aparece evocar la larga época en la que estudiaba en Cuba– además revela un desconocimiento de la influencia real de EE. UU. en la política internacional actual ya que no considera el ascenso de potencias globales como China en América Latina. En el Perú, el gigante asiático es el mayor socio comercial e importante receptor de nuestras exportaciones, así como dueña de inversiones y compañías extractivas en el rubro minero y pesquero a nivel nacional.

“Hay que desligar a nuestro país de una dependencia neocolonial [...] con varios países, uno de ellos es Estados Unidos, porque nuestro sistema educativo, económico, militar, todo depende de software norteamericanos y nosotros no tenemos una independencia en ese espacio”, dijo en un programa dominical de Canal N la semana pasada. En la misma entrevista el secretario general de Perú Libre dejó ver la añoranza por no ser parte del gabinete: “Me hubiera gustado la Cancillería, porque me gusta la política exterior”.

 

Fotografía de Vladimir Cerrón y Guido Bellido
NEXOS POLÍTICOS. El presidente del Consejo de Ministro y congresista de Perú Libre, Guido Bellido (derecha) es un estrecho partidario de Vladimir Cerrón, desde por lo menos el 2018.
Foto: Facebook de Vladimir Cerrón.

 

Además de intentar presentarse como la real expresión de la izquierda local y admirador de gobiernos de la región acusados de graves violaciones a los derechos humanos, el discurso de Cerrón también considera como uno de los mayores enemigos de un Estado a los medios de comunicación. Para el líder de Perú Libre la única prensa admirable es la controlada por la dictadura de partido único de Cuba, o por los gobiernos autoritarios de Venezuela y Nicaragua, en donde los medios ─ya sean grandes conglomerados nacidos en el pasado o medios digitales independientes creados en el siglo XXI─ han sido confiscados, censurados en Internet y con sus periodistas enviados a prisión o en el exilio.

Por este motivo, Cerrón considera que cualquier organismo que agrupe a nivel hemisférico a los medios es una amenaza, como ocurre con la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), al que el líder de Perú Libre califica como representante de “los intereses de los grupos económicos de América Latina”, sin considerar que es un gremio abierto a cualquier ente noticioso que busque adherirse en la región, y que en la actualidad uno de los tantos que existe que aglutina a medios de prensa. De ahí que, en su discurso, también reflejado en el ideario descartado por Castillo durante la segunda vuelta, los medios de comunicación solo son “herramientas de dominio de la derecha” y que el “socialismo no aboga por la libertad de prensa” sino por “una prensa comprometida con la cohesión de su pueblo”, mejor sobre todo si es de propiedad estatal.

Reloj Se ha añadido un artículo a su lista de lecturas